lunes, 18 de noviembre de 2013

JCE aplaza Pleno para conocer de errores comete Tribunal Constitucional

La Junta Central Electoral aplazó para el próximo miércoles la solicitud del conocimiento de errores materiales contenidos en la sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional (TC), sometido por el doctor Eddy Olivares, miembro titular del organismo, ya que el fallo se sustentó en artículos de leyes derogadas.

En una comunicación de Olivares al presidente de la JCE, Roberto Rosario, señala que el TC cometió dos errores en la sentencia, ya que tomó como base artículos de leyes que habían sido derogadas, por tanto el Pleno debe conocerla y hacer sus recomendaciones al alto tribunal.

Olivares solicita al TC corregir de oficio el error por haber inobservado la modificación introducida al artículo 46 de la Ley 659 sobre Actos del Estado Civil, mediante la Ley 1215 del 27 de junio de 1946 y utilizado incorrectamente el texto antiguo para motivar su fallo. También que corrija la inobservancia de la modificación introducida al artículo 1 de la Ley 6125 sobre Cédula de Identificación Personal, mediante la Ley 17 del 7 de diciembre de 1962 y utilizado incorrectamente el texto antiguo para motivar su fallo.

Por JUAN MARÍA RAM­ÍREZ
j.ramirez[@]hoy.com.do 
15 noviembre, 2013 2:00 am, Periodico HOY

Huchi Lora y Juan Bolívar Díaz ponen denuncia tras recibir amenazas de muerte por sentencia del Tribunal Constitucional

Los periodistas Huchi Lora y Juan Bolívar Díaz acudieron hoy a la Fiscalía del Distrito Nacional a interponer una denuncia en la que solicitan al Ministerio Público que investigue las amenazas que  muerte de que han sido objeto por las posiciones adoptadas ante la sentencia del Tribunal Constitucional que en contra de la nacionalización de los hijos de inmigrantes extranjeros.

Los comunicadores sociales acudieron al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva en compañía de la abogada Laura Acosta.

El periodista Díaz es uno de los directivos del Comité de Solidaridad con las Personas Desnacionalizadas, creado para respaldar a las personas que la sentencia le niega la nacionalidad dominicana.

Según Lora, desconocidos pagaron dinero para la elaboración de panfletos difamatorios en su contra y del periodista Díaz.

Por LLENNIS JIMÉNEZ
l.jimenez[@]hoy.com.do 
15 noviembre, 2013 11:49 am, Periódico HOY

domingo, 17 de noviembre de 2013

Xenofobia, racismo e interés nacional -A propósito de la decisión infortunada del Tribunal Constitucional-

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Somos un país insular de inmigrantes y emigrantes. Esto ha sido una constante histórica. La primera oleada de inmigrantes a “La Española” se produjo a principios del siglo XVI, de indígenas importados de las Antillas vecinas, traídos para sustituir a los que morían por la crueldad y sobrexplotación de los encomenderos.

Luego fueron traídos esclavos africanos para el trabajo en la industria azucarera. Entonces se despobló parte de la isla por las devastaciones de las bandas Norte y Oeste, para combatir el contrabando con barcos de naciones rivales de España.

Durante el siglo XVIII, la parte española fue reactivada con una inmigración masiva de canarios. Las guerras franco-españolas y las incursiones haitianas de principios del siglo XIX provocaron la emigración de muchos dominico-españoles hacia las antillas españolas, Venezuela y México.

Con la dominación haitiana de 1822-44 continuó la emigración de criollos hispanos y llegaron más haitianos, isleños del Caribe y libertos negros norteamericanos. Tras la Separación de 1844, cesó la inmigración haitiana, pero ingresaron numerosos antillanos y latinoamericanos, españoles, mayormente andaluces y catalanes; y después de la Restauración también haitianos.

Desde fines del siglo XIX, el país comenzó a recibir numerosos “cocolos” barloventinos, atraídos por el boom del restablecimiento de la industria azucarera; pero en 1919 los propietarios de ingenios influyeron en el gobierno interventor norteamericano para prohibir la inmigración de personas “no caucásicas”, en tanto muchos puertorriqueños vinieron para hacer trabajos de oficina; centenares de árabes, mayormente libaneses, y españoles , sobre todo gallegos y asturianos, e italianos del Norte, vinieron a establecer negocios en el país. Después, Trujillo y Balaguer utilizaron igualmente el antihaitianismo para explotar a nuestros vecinos. Como los pocos criollos que quedaban en el país en 1822 fracasaron con Núñez de Cáceres en establecer un Estado viable, el fundado en 1844 y restablecido tras la Restauración en 1863, fue el producto de una diversidad cultural y de intereses, sin una identidad nacional madura.

Lo cierto es que los dominicanos, particularmente la oligarquía de hateros que retuvieron el poder social del país, fue desarrollando el sentimiento nacional, paradójicamente al contrastar con sus vecinos, por sus deferencias de cultura, intereses y tonalidades de la piel que en general los diferenciaba, pero todavía durante la llamada Primera República y gran parte de la Segunda, muchos fueron anexionistas declarados.

Nuestros liderazgos siempre han procedido en parte de otros pueblos. Duarte, Imbert, Michel, Duvergé, Luperón, Espaillat, Heureaux, Balaguer, Bosch, Trujillo y Peña Gómez entre otros, fueron nacidos en el extranjero o tuvieron genealogía cercana foránea, incluyendo de ascendencia haitiana. Muchas familias destacadas del país tienen ancestros cercanos europeos no hispánicos o caribeños, como los Vicini, Bonetti, Barleta, Azar, Bisonó, García Godoy, Nouel, Despradel, Silié y Ray, para solo mencionar unos cuantos…

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La sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional (TC) trata de sepultar bajo una montaña de 147 páginas, llena de medias verdades, citas improcedentes y argumentaciones procedimentales, la realidad del genocidio civil de lesa humanidad que se quiere cometer en nombre del nacionalismo.

Lo que estableció la Constitución desde el 1929 fue la excepción en el reconocimiento de la nacionalidad por “jus soli”, a hijos de extranjeros diplomáticos o en tránsito, nada más. No hay manera de asimilar el concepto de “tránsito” (o transeúnte) a inmigrantes indocumentados. La lógica elemental y el diccionario de la Real Academia no lo permiten. Desde Haití el único tránsito posible sería hacia el mar, quizás para dialogar con los tiburones…

Es un hecho incontrovertible que se ha estado produciendo un desplazamiento demográfico masivo: los haitianos hacia República Dominicana, que deprimen los salarios por ese “ejército industrial de reserva”, mientras los dominicanos emigran hacia los Estados Unidos con pingües beneficios para traficantes, empleadores y autoridades civiles y militares.

De las principales fuentes de empleo del país: agropecuaria, construcción, manufactura, turismo y comercio informal, la mano de obra haitiana sustituye a pasos agigantados a la dominicana, y los sindicatos dominicanos, en lugar de como en otro países, ser defensores de sus empleos, se hacen por lo general de la vista gorda.

Cuando estuve dirigiendo el desaparecido Consejo Nacional de Reforma del Estado (CONARE), formulamos en 2001 un proyecto de Constitución, luego refrendado en un 95% por una Comisión Especial altamente representativa, con los principales partidos y organizaciones de la sociedad civil, éste proponía lo que se consignó por fin en la Constitución del 2010, es decir excluir también a los hijos de residentes ilegales, pero en lo adelante.

También recomendé en mi columna de “Hoy” desarrollar una política responsable sobre el empleo nacional y de asimilación de los dominicos haitianos ya dominicanos legales por nacimiento, mediante la eliminación de guetos en el campo y la ciudad, como los viejos bateyes, y promover la cultura dominicana.

Pero declarar a integrantes de cuatro generaciones de descendientes de haitianos (84 años), es una violación elemental de los derechos humanos, y extorsionar a personas que ya son dominicanos documentados a aceptar que son haitianos so pena de ser perseguidos como inmigrantes indocumentados, es una vergüenza para el país, que atenta flagrantemente contra el numeral 2 del mismo Artículo 18. Lo demás es pura jerigonza patriotera con claro sabor a racismo.

La Corte Europea de Derechos Humanos de Estrasburgo, en una decisión casi simultánea con la del TC, declaró inamisible que se le aplicara, nada menos que a miembros de la ETA condenados por genocidio, la llamada “Doctrina Parot”, que hacía retroactiva una legislación que en la práctica les aumentaba las penas, por lo que están quedando libres quienes habían cumplido su condena de acuerdo a la anterior legislación. Imagínense cómo sería para los casos de personas que no fueron responsables de la inmigración ilegal de sus padres.

Mientras tanto, la gran masa de indocumentados haitianos sigue fluyendo casi libremente, mientras se penaliza a los hijos de los ya arraigados y provistos de documentos, que son los menos.

Cosas veredes, Sancho! …

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La historia y la psicología enseñan cómo la frustración económica y social colectiva y la manipulación de los grupos de poder, generan el ultranacionalismo, el fundamentalismo religioso y el fanatismo racista. Así, las hambrunas de Europa en la baja edad media condujeron al fundamentalismo religioso y a Las Cruzadas, para “rescatar los santos lugares de los “infieles”, que como Saladino, gobernaban a Palestina con gran tolerancia religiosa, lo que condujo a guerras.

Hitler aprovechó los sentimientos de humillación y la inflación galopante de una Alemania derrotada, para manipular los prejuicios contra los judíos, a quienes despojó de su nacionalidad y luego intentó aniquilarlos; Stalin hizo lo mismo en menor escala contra partidarios de Trotski.

Los norteamericanos utilizaron los prejuicios antihaitianos de muchos dominicanos. Su Gobierno Interventor prohibió en 1919 la inmigración de personas “no caucásicas”, para evitar que vinieran “cocolos” de las Antillas Inglesas y lucrarse en sus ingenios de haitianos traídos como temporeros con bajos salarios y sin protección.Trujillo, que protagonizó el “corte”: un genocidio de haitianos; y en otros gobiernos posteriores se denunciaba el “peligro haitiano”, para obligar a los indocumentados a cortar la caña en los períodos de zafra. La crisis económica europea actual ha hecho florecer movimientos y xenofobias.

En realidad, el antihaitianismo dominicano se nutre de tres fuentes: en las capas más altas de la población, del sentimiento de superioridad por el color más claro de su piel; en las capas medias por los sentimientos nacionalistas generados por las incursiones de Toussaint y Dessalines y la dominación haitiana de 22 años; y en los sectores más bajos por la invasión masiva de su espacio de trabajo. Frente a esas actitudes, el gobierno, que debía moderarlas, las refuerza, porque sus obras públicas utilizan masivamente a haitianos, mientras las “altas cortes”, no hacen sino avalar las políticas de ultraderecha dividiendo a la población entre “patriotas y traidores”. . Hoy enfrentamos un posible aislamiento condena e internacional, que luego habremos de lamentar.

Ese sector está agitando el ultranacionalismo para desviar la atención acerca de los graves problemas del país.Esa actitud irresponsable para ganar el respaldo perdido, se revertirá sobre sus propiciadores. Es una falacia que la infortunada decisión 168/13 sea inapelable; lo es políticamente, y en lo jurídico por una “revisión técnica”, del TC, o por un mandato de los artículos 26 y 74 de la Constitución vigente, que señalan con claridad meridiana la obligación de respetar los convenios internacionales.

Fuente: Por TIRSO MEJÍA RICART
t.mejia[@]hoy.com.do, Periodico HOY
Domingo 17 de Noviembre de 2013 







El Tribunal Constitucional Puso un Huevo Cuadrado

Las “Altas Cortes” y demás cuerpos colegiados del orden constitucional de la República, no dejan de sorprendernos con su capacidad para violar los principios más elementales de la justicia y la paz social dominicana.

La última decisión del Tribunal Constitucional invalida la nacionalidad de hijos de inmigrantes haitianos ilegales desde el 1929, calculándose en unos 250 mil las víctimas de ese “genocidio jurídico” que recuerda una expresión atribuida al francés Fouché, sobre la muerte de un enemigo de Napoleón Bonaparte: “más que un crimen fue un gran error político”.

El único antecedente dominicano de tal iniquidad es un decreto-ley del 1919 del gobierno militar norteamericano que en un país de mayoría mulata con muchos negros y menos blancos, prohibió “la inmigración de personas que no fueran de raza caucásica”, con lo que se detuvo la llegada de “cocolos” barloventinos, que trabajaban en la caña por buenos salarios, siendo sustituidos por haitianos traídos como “temporeros”, a quienes pagaban una miseria con grandes beneficios para las empresas norteamericanas. Esta situaciónbien puede culminar con una declaración de las Naciones Unidas de la población de origen haitiano como una “minoría nacional”, con todas sus consecuencias, comoexigir representación política y otras garantías ciudadanas, bajo supervisión internacional, como hicieron en Kosovo.

El genocidio cometido por Trujillo contra miles de haitianos en 1937 fue consecuencia de la visión racista de muchos dominicanos de élite, que por una de esas curiosidades de la política obligó a las empresas azucareras a emplear mano de obra dominicana en los ingenios, quienes no estaban acostumbrados a trabajar en condiciones infrahumanas, lo que contribuyó a las huelgas de 1943 y 1946, que puso en jaque a Trujillo. Esa decisión podría equipararse en el orden político al golpe de estado de la oligarquía contra el gobierno de Juan Bosch hace justo 50 años, que tanto daño causó al pueblo dominicano.

Los dos grandes problemas que trae la migración haitiana son las diferencias culturales y la competencia “desleal” de sus ciudadanos en el mercado de trabajo, pues les pagan menos y tienen escasa protección social para beneficio de los empleadores.

Como nuestro país y Haití tienen una población análoga de unos 10 millones de habitantes, la inmigración masiva de haitianos con una identidad social diferente, que apenas dominan el español, sin calificación profesional y ajenos a nuestra historia y costumbres, constituyen una fuente creciente de tensiones sociales de impredecibles consecuencias; que en el orden político pueden ser obstáculos para la convivencia entre ambos pueblos.

La Constitución del 2010 que excluye de la nacionalidad dominicana a los hijos de indocumentados sí tiene sentido, pero a partir de esa fecha, porque la decisión de la SCJ de 2005 tampoco tiene asidero jurídico en el orden internacional; pero si está acompañada de la eliminación de los guetos haitianos integrándolos a la población dominicana con la enseñanza de nuestra lengua e historia, a la vez que se impide que se establezcan los nuevos inmigrantes ilegales, obligando a los empleadores del campo y la ciudad, privados y del gobierno a que paguen multas elevadas cuando los emplean. Eso sí es posible.

Por TIRSO MEJÍA RICART, 
t.mejia[@]hoy.com.do 
Periodico HOY, 06 octubre, 2013 3:00 am

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Dos videos: ¿Cuál es la situación actual de muchos dominicanos y dominicanas de ascendencia haitiana después de la Sentencia del Tribunal Constitucional?



Decenas de dominicanos y dominicanas de ascendencia haitiana recibieron del Pleno de la Junta Central Electoral una notificación que, en teoría, libera sus documentos previamente embargados e investigados. 40 ciudadanos, en su mayoría jóvenes, tienen poco más de dos meses de recibir la notificación que pensaron pondría fin a embargos de sus actas de nacimiento y cédulas por hasta dos años.


Fuente: Noticias SIN

El País: "Miles de dominicanos de origen haitiano pierden sus derechos políticos"

Un trabajo publicado este lunes en el periódico El País y firmado por la periodista Maye Primera destaca la situación generada en la República Dominicana tras la sentencia del Tribunal Constitucional, la cual establece el estatus de los hijos de extranjeros ilegales nacidos en el país.

En el trabajo, la periodista se pregunta ¿qué habría pasado con la nacionalidad de líderes como José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer si hoy siguiesen con vida frente al fallo del Tribunal Constitucional?

A continuación el texto íntegro publicado en el diario El País y titulado, "Miles de dominicanos de origen haitiano pierden sus derechos políticos":

Miami. -“Entre los dominicanos y los haitianos no es posible una fusión”. “Ante la agresión de Haití, defiende tu patria”. “República Dominicana para los dominicanos”, dicen las pancartas que levantan en Santo Domingo quienes apoyan la sentencia del Tribunal Constitucional que niega la nacionalidad a cuatro generaciones dominicanos de origen extranjero, nacidos a partir de 1929.

Existe entre ellos la idea de que la migración haitiana del último siglo hacia República Dominicana ha sido una invasión silenciosa que ha permeado en todos los ámbitos de la sociedad. Que más temprano que tarde, los haitiano-dominicanos de segunda, tercera y cuarta generación podrían llegar a conducir los destinos del país.

Que cerrarle el paso a esa posibilidad, coartando su participación política por la vía jurídica, es un asunto de soberanía. Porque, si solo dependiera de los votos, eso que tanto temen los sectores conservadores y nacionalistas de República Dominicana ya hubiese ocurrido hace 20 años.

Aunque el discurso nacionalista y antihaitiano comenzó a forjarse en República Dominicana durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, fue a partir de 1990 cuando el antagonismo frente Haití como argumento de soberanía cobró fuerza dentro de la política moderna de los partidos. Y ocurrió ante la posibilidad de que un dominicano negro, abogado, líder de masas –José Francisco Peña Gómez-- llegara a la Presidencia de la República.

“Yo amo a mi pueblo, a mi país. A lo largo de toda mi vida he pagado un precio por eso. He recibido ataques feroces, a veces frontales, a veces con venenos más sutiles como ahora. Pero yo los perdono. Mis adversarios pueden contar conmigo, con mi perdón”, decía Peña Gómez mirando fijamente a la cámara, durante un spot propagandístico utilizado en la última de sus tres campañas presidenciales como abanderado del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

José Francisco Peña Gómez nació el 6 de marzo de 1937 en la provincia dominicana de Valverde y ese mismo año fue adoptado por una familia de campesinos dominicanos, cuando sus padres haitianos debieron huir de las matanzas de migrantes ordenadas por Trujillo. Su origen y fenotipo de hombre negro fueron siempre objeto de crítica dentro y fuera de su partido a lo largo de su carrera política.

Peña Gómez fue síndico (alcalde) de Santo Domingo entre 1982 y 1986, y fue el candidato del PRD en las presidenciales de 1990, 1994 y 1996. En 1994 obtuvo la mayoría de los votos frente al anciano aspirante a la reelección Joaquín Balaguer, pero un fraude le arrebató la presidencia. La comprobación de esas irregularidades en el proceso obligó a Balaguer a acceder a un pacto con la oposición, representada por Peña, que implicó la convocatoria a nuevos comicios en 1996 y a una reforma constitucional que, entre otras modificaciones, impedía la reelección consecutiva y establecía la segunda vuelta electoral.

En 1996, Peña Gómez volvió a presentarse y ganó la primera vuelta con el 47% de los votos. Pero fue derrotado en segunda vuelta por el Frente Patriótico: la alianza entre el conservador Partido Reformista Socialcristiano (PRSC) de Balaguer y el socialdemócrata Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que llevó a la presidencia a Leonel Fernández. Fernández gobernó República Dominicana entre 1996 y 2000 y luego, entre 2004 y 2012; aún a pesar de los desencuentros, Fernández sigue siendo el poder detrás del trono en la actual gestión del presidente Danilo Medina.

“A partir de ese momento [1996], la política dominicana da un giro: el PLD se hace un partido conservador, asume el discurso nacionalista y poco a poco Leonel Fernández va haciendo suya esa propuesta. Inicialmente se colocó en el centro pero después dio un giro cada vez más a la derecha, hasta el punto de convertirse en un líder neoconservador”, ha explicado a EL PAÍS el sociólogo dominicano Wilfredo Lozano, director del Centro de Investigaciones y Estudios Sociales de la Universidad Iberoamericana de Santo Domingo.

“Leonel Fernández ha comprendido que la política tradicional dominicana tiene una raíz profundamente conservadora y que, en ese marco, el discurso nacionalista deja réditos políticos. Ese discurso neonacionalista va a tener cada vez más presencia en el porvenir de la política dominicana y también va a oscurecer las posibilidades de una democracia política pluralista, abierta. Ya lo vemos en la sentencia [del Tribunal Constitucional] que tiene un sesgo de exclusión política-electoral de una masa de votantes que, en principio, no tenderían a votar por esas fuerzas conservadoras”, concluye Lozano.

Los líderes más destacados de todos los partidos, incluyendo a los del PRD donde hizo carrera política Peña Gómez, han apoyado sin condiciones la sentencia del Constitucional dominicano. Esta decisión, que niega la nacionalidad a los hijos de extranjeros “en tránsito” nacidos en el país desde 1929, afecta especialmente a cuatro generaciones de dominicanos descendientes de jornaleros haitianos, en su mayoría contratados desde 1915 por el Estado como mano obra para la industria azucarera.

Se trata de miles de personas que hasta ahora han tenido cédulas de identidad y han participado en elecciones como votantes y como candidatos. Que no son solo braceros (cortadores de caña), relegados a los límites del batey (los asentamientos construidos especialmente para ellos en los alrededores de los cultivos), sino también abogados, políticos, médicos, psicólogos, activistas. Personas que abiertamente o no participan de la vida política, económica y social del país.

En acatamiento de la sentencia, la Junta Central Electoral dominicana, responsable del registro civil, ha comenzado a depurar sus archivos y a entregar “carnets de estadía temporal” a los hijos de extranjeros que admitan haber obtenido sus documentos de forma fraudulenta. En un futuro, ellos podrían solicitar la naturalización para recuperar su nacionalidad dominicana pero, de acuerdo a lo que establece la Constitución vigente, no podrán optar por la Presidencia o Vicepresidencia de los poderes del Estado.

“En el contexto actual, asumir el origen haitiano en la República Dominicana tiene consecuencias. Es un tema impopular que se maneja desde los prejuicios. En todos los partidos hay dominicanos de ascendencia haitiana, pero hay muchos que no se asumen públicamente como tales”. Lo dice Antonio Pol Emil: abogado, miembro fundador del Centro Cultural Dominico-Haitiano y regidor (concejal) del municipio San Pedro de Macorís desde 2010 y hasta 2016.

Pol Emil es hijo de braceros haitianos y nació en 1955 en el batey La Higuera, que aún pertenece al central azucarero La Romana, ubicado en el sureste del país. De aplicarse la sentencia, su nacionalidad, la de sus hermanos y la de sus cuatro hijos -todos universitarios, con cédula dominicana- podría ser revisada, y el mandato para el cual fue electo podría truncarse. “Nadie sabe qué va a pasar con su identidad. Ya hay más de 300 casos de demandas de nulidad (de nacionalidad), que se han hecho sin notificar a las personas afectadas”, dice el abogado.

Antonio Pol Emil fue uno de los siete representantes de la sociedad que en las semanas siguientes a la sentencia del TC se reunió con el presidente Danilo Medina para buscar una salida política al fallo. Medina prometió entonces interceder ante los poderes públicos, pero cambió de opinión más tarde y ahora es el Ejecutivo uno de los principales defensores de los términos de la sentencia. Pol Emil también comenzó a ser acusado de “traición a la patria” por supuestamente lanzarse como a diputado en Haití, mientras aspiraba a un puesto en el concejo municipal de San Pedro de Macorís. “Eso comenzó a partir de la reunión con el Presidente y ese tipo de campaña focalizada es efectiva. Hay un proceso de desnacionalización, pero se presenta a la opinión pública nacional como si se trata de un problema de migrantes. Y hay personas solidarias, no racistas, no antihaitianas que están confundidas”.

Desde que el Tribunal Constitucional publicó su sentencia, el sector de la opinión pública dominicana que la rechaza se pregunta diariamente en los programas de tele y radio, en los ensayos y columnas de la prensa, qué habría sido de la nacionalidad de líderes fundamentales de la política local, como José Francisco Peña Gómez o incluso como Joaquín Balaguer (nieto de la haitiana Rosa Amelia Heureaux), si hoy siguiesen con vida. Peña Gómez murió el 10 de mayo de 1998 de un cáncer de páncreas que empezó a consumirlo cuatro años antes. Al cumplirse diez días de su muerte, la principal terminal aérea que sirve a Santo Domingo fue rebautizada con su nombre, aunque popularmente aún se le conoce como el Aeropuerto Internacional Las Américas, a secas.

Redacción, 12 de Noviembre de 2013, Z Digital

martes, 12 de noviembre de 2013

5 Videos sobre la aplicación de la Sentencia del Tribunal Constitucional y varios casos particulares

Postura del Gobierno Dominicano

Minou llama a pensar qué pasará con los dominicanos inmigrantes en otros países

Apoyan TC no reconozca nacionalidad dominicana a hijos ilegales

A doña Minga le quieren "borrar" sus 49 años de ciudadanía dominicana

EL INFORME CON ALICIA ORTEGA, JCE niega ciudadania a haitianos nacidos en R.D